El domingo 19 de abril se inauguró en la sede de la Alianza la exposición L’Aéropostale, con una apreciable afluencia de público. Se hallaban presentes la drectora del museo Dámaso Arce, Sra. Celia Némoz; la directora del archivo histórico municipal Sra. Aurora Alonso de Rocha; la Inspectora Jefe de DIPREGEP, Sra. Graciela Rodríguez; miembros del Aeroclub de Olavarría; profesores y miembros de la Comisión Directiva de la institución y público en general.
La presidenta del la Comisión Directiva de la Alianza Francesa de Olavarría, Edith Tenaglia dio por inaugurada la exposición en tanto que el profesor Alain Chédeville pronunció estas palabra alusivas:
“Las colinas, por debajo del avión, ya cavaban su surco de sombra en el oro de la tarde (…)
Y el piloto Fabien que traía, desde el extremo sur hacia Buenos Aires, el correo de la Patagonia, reconocía la cercanía de la noche (…)
Podía creer también, en esa calma, que hacía un lento paseo, casi como un pastor. Los pastores de la Patagonia van sin apuro, de un rebaño a otro: él iba de una ciudad a otra.
“San Julián está a la vista: aterrizamos en diez minutos”.
Así comienza Vuelo nocturno de Antoine de Saint-Exupéry, uno de los valientes pilotos que implantaron el correo aéreo en los cielos de Argentina y Sudamérica.
Esta exposición nos habla de ellos, de esos hombres que, a riesgo de sus vidas, transportaban la correspondencia de una ciudad a otra en los frágiles aviones de la Aéropostale, compañía creada por Latécoère que se trasformaría en 1936 en Air France.
Esta verdadera epopeya es la que retraza esta exposición que nos llega acompañada por cuatro documentales que les recomiendo muy particularmente.
Podremos ver en “Sur les routes du ciel” a Guillaumet y otros aviadores salir de Santiago de Chile a fines de los años 20, sobrevolar los Andes en medio de violentos vientos y con temperaturas de 25º bajo 0, llegar a Buenos Aires y seguir viaje a Rio y lograr que una carta llegue a París después de 8 días. Un accidente en pleno desierto nos hará sin dudas pensar en el Principito de Saint-Exupéry. La fuerza de estas imágenes, filmadas en su gran mayoría por aquellos años heroicos nos eximen casi de palabras. Más aún, en esta época de Airbus transportando centenares de pasajeros y de correo electrónico, no nos viene mal detenernos ante estos frágiles aviones uno de los cuales llegó a Buenos Aires en 1933, piloteado por Jean Mermoz, después de atravesar el Atlántico.
Jean Mermoz que murió tres años más tarde en ese mismo océano como lo recuerda un bello monumento de la Costanera norte de Buenos Aires fue posiblemente el que más se pareció a un héroe, diría yo cinematográfico. Tenía encanto, una sonrisa de aventurero, un físico privilegiado y una elegancia natural. Y sobre todo unas formidables ganas de vivir.
Citaré justamente a Jean Mermoz para terminar esta presentación:
“Siempre me he preguntado como se podía vivir sin entusiasmo y sin pasión”.
Durante el encuentro se sirvió un refrigerio preparado especialmente por el curso de cocina francesa que se dicta en la Alianza Francesa.
La presidenta del la Comisión Directiva de la Alianza Francesa de Olavarría, Edith Tenaglia dio por inaugurada la exposición en tanto que el profesor Alain Chédeville pronunció estas palabra alusivas:
“Las colinas, por debajo del avión, ya cavaban su surco de sombra en el oro de la tarde (…)
Y el piloto Fabien que traía, desde el extremo sur hacia Buenos Aires, el correo de la Patagonia, reconocía la cercanía de la noche (…)
Podía creer también, en esa calma, que hacía un lento paseo, casi como un pastor. Los pastores de la Patagonia van sin apuro, de un rebaño a otro: él iba de una ciudad a otra.
“San Julián está a la vista: aterrizamos en diez minutos”.
Así comienza Vuelo nocturno de Antoine de Saint-Exupéry, uno de los valientes pilotos que implantaron el correo aéreo en los cielos de Argentina y Sudamérica.
Esta exposición nos habla de ellos, de esos hombres que, a riesgo de sus vidas, transportaban la correspondencia de una ciudad a otra en los frágiles aviones de la Aéropostale, compañía creada por Latécoère que se trasformaría en 1936 en Air France.
Esta verdadera epopeya es la que retraza esta exposición que nos llega acompañada por cuatro documentales que les recomiendo muy particularmente.
Podremos ver en “Sur les routes du ciel” a Guillaumet y otros aviadores salir de Santiago de Chile a fines de los años 20, sobrevolar los Andes en medio de violentos vientos y con temperaturas de 25º bajo 0, llegar a Buenos Aires y seguir viaje a Rio y lograr que una carta llegue a París después de 8 días. Un accidente en pleno desierto nos hará sin dudas pensar en el Principito de Saint-Exupéry. La fuerza de estas imágenes, filmadas en su gran mayoría por aquellos años heroicos nos eximen casi de palabras. Más aún, en esta época de Airbus transportando centenares de pasajeros y de correo electrónico, no nos viene mal detenernos ante estos frágiles aviones uno de los cuales llegó a Buenos Aires en 1933, piloteado por Jean Mermoz, después de atravesar el Atlántico.
Jean Mermoz que murió tres años más tarde en ese mismo océano como lo recuerda un bello monumento de la Costanera norte de Buenos Aires fue posiblemente el que más se pareció a un héroe, diría yo cinematográfico. Tenía encanto, una sonrisa de aventurero, un físico privilegiado y una elegancia natural. Y sobre todo unas formidables ganas de vivir.
Citaré justamente a Jean Mermoz para terminar esta presentación:
“Siempre me he preguntado como se podía vivir sin entusiasmo y sin pasión”.
Durante el encuentro se sirvió un refrigerio preparado especialmente por el curso de cocina francesa que se dicta en la Alianza Francesa.






Comentarios
Publicar un comentario